La traducción
jurada: definición, pertenencia y productos de servicio
La traducción jurada de un documento hace referencia a
la traducción de carácter oficial de un texto concreto. De la misma manera, la
interpretación jurada es la transferencia lingüística oral, de cuyo contenido
se responsabiliza un intérprete, la cual es realizada por norma general ante
tribunales de justicia.
Pero, ¿en qué consiste la traducción jurada? ¿Cuál es
su finalidad y función?
Se trata de una tipología
de traducción concreta, la cual es necesaria ya que son varias las
autoridades que demandan este servicio –fundamentalmente las instituciones
académicas, los ministerios o los juzgados-.
Así, una traducción se convierte en jurada tras ser consignada para ello a través de la
firma del traductor y el sello correspondiente. Ambos reclamos les
confieren la cualidad de documentos oficiales, obteniendo la misma validez que
el original. En este sentido, la función y el rol del traductor es el de dar fe
y constatar el contenido del texto original.
No obstante, existen una serie de características que
hacen de la traducción jurada se distinga de la traducción judicial ya que ésta
puede realizarse en un contexto indeterminado así como que el texto puede
pertenecer a cualquier temática.
Es por ello que la traducción jurada se caracteriza
únicamente por el formato específico
que debe mantener en el momento de la presentación. De este modo, la entrega de
la traducción jurada sólo puede realizarse en papel ya que éste tiene que
incluir, como se dijo unas líneas más arriba, el sello y la firma originales
del traductor jurado.
En esta línea, el documento sobre el que se aplica la
traducción jurada debe contener un formato concreto. En el caso español, las
normas están configuradas en el real decreto 2002/2009. Un texto en el que
quedan regulados aspectos como la manera de sellar la traducción, cómo debe
contenerse la firma, así como cómo debe regirse el texto que contenga el
documento.
Esta normativa
regula ciertos aspectos de las traducciones juradas, no todos, ya que son otros
los criterios que se deben aplicar para utilizarlas. Así, las asociaciones
oficiales de traductores han elaborado códigos de buenas prácticas. Y dentro de
ellos, algunos de los aspectos más importantes son: la transcripción sin
traducir aquellos textos en los que el traductor no esté habilitado para
realizar la transcripción al idioma en el que está escrito; la transcripción
sin traducir de las direcciones postales, nombres propios y las calificaciones
académicas.
De la misma forma, se traduce de forma literal las
instituciones, con el objetivo de evitar confusiones con las existentes en el
país de destino y se adaptarán las abreviaturas, las cifras, horas y fechas,
así como las expresiones escritas en caracteres no latinos.
Por último, los errores que contenga el texto original
también son tratados en las traducciones juradas. En este sentido, las faltas
tipográficas no se corregirán, sino que se describirán; y las partes del texto
que resulten no legibles también serán descritas como tales.
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