Un buen servicio
de traducción comienza siempre con un correcto asesoramiento. El papel del
traductor profesional no consiste solamente en traducir un idioma por otro,
sino también en asesorar al cliente en lo referente al posterior uso de sus
documentos teniendo en cuenta las necesidades propias del país de destino.
Una de las
características de un buen traductor es saber adaptarse a las particularidades de cada encargo y a las
necesidades propias de cada cliente. Así, su trabajo comienza con el estudio de
cada caso en concreto y no finaliza hasta que el cliente haya recibido el
asesoramiento necesario para poder hacer uso del documento traducido.
Previsión y elaboración
de presupuestos: Los traductores profesionales están
capacitados para calcular el volumen de trabajo que les puede llevar un
encargo, y a partir de ahí señalar plazos de entrega y elaborar presupuestos.
Recomendaciones en
torno al estilo: Es importante, por ejemplo, al traducir
literatura, Curriculum Vitae o campañas de
publicidad. Los traductores están familiarizados con la cultura propia del
idioma a traducir y pueden recomendar ciertos cambios que mejorarían el
material una vez traducido.
Asesoramiento en lo
relativo a trámites y procedimientos: Es especialmente
relevante al tratarse de traducciones de documentos legales, como patentes, contratos, etc. En
estos casos, es importante que el traductor conozca los procedimientos legales
y aquellos trámites para realizar el proceso de la manera más ágil y eficaz
posible.
A menudo, una correcto estudio previo del documento a traducir puede garantizar que se haga un uso adecuado del mismo y que el cliente no se encuentre con posibles problemas o gastos adicionales
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