Dos cómics se encuentran en la lista de las 20 obras más
traducidas del planeta: Las aventuras de Tintín, del belga Hergé, traducidas a
96 idiomas de todo el mundo y Las aventuras de Astérix, de los franceses René
Goscinny y Albert Uderzo, que pueden leerse ni más ni menos que en 112 idiomas
diferentes.
Aunque las divertidas andanzas de estos personajes por el mundo
justifican sin lugar a duda su éxito, no podemos dejar de preguntarnos:
¿tienen
los traductores también algo que ver en la gran acogida que estos cómics han
tenido en todo el mundo?
Los traductores de cómics tienen que enfrentarse
a tres retos que diferencian su trabajo del de otros traductores literarios:
entender el texto y la imagen como una unidad, adaptarse al espacio que los
bocadillos dejan para el texto y hacer uso de un lenguaje muy especial.
Una narración gráfica
Debemos evitar la idea de que el texto en los
cómics está en un segundo plano. A pesar de que la información visual predomina
en algunos, en la gran mayoría texto e imagen forman una unidad.
Una dificultad añadida:
los bocadillos
Aunque los
traductores pueden reducir o ampliar el tamaño de la tipografía, no puede
hacerse lo mismo con los bocadillos sin afectar a la imagen. Esta limitación de
espacio crea muchos problemas al realizar traducciones entre idiomas cuyas
palabras difieren mucho en cuanto a su longitud. Un ejemplo claro lo
encontraríamos entre el inglés y el alemán: este último necesita normalmente
muchos más caracteres para explicar una misma idea. Dado que el español es
también una lengua que ofrece muy poca carga léxica por cada sílaba y tiende a
realizar frases y palabras bastante largas, la traducción a nuestro idioma
también presenta dificultades en este caso.
Un peculiar uso del lenguaje
Onomatopeyas, chistes, juegos de palabras… el
lenguaje de los cómics suele buscar la espontaneidad y representar diálogos, ya
que mucha de la información relacionada con el contexto se encuentra en la
imagen. El traductor debe ser capaz de adaptar ese estilo coloquial y
conversacional al nuevo idioma.
Debe atenderse también a las diferencias
culturales: traducir un cómic de origen europeo o americano (como por ejemplo
los de los famosos superhéroes de la Marvel) no presenta la misma dificultad
que la traducción de algunos manga, por ejemplo, en los que la carga cultural
es más grande. De ahí que los traductores de manga sean en muchas ocasiones
grandes conocedores de la cultura japonesa.
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